jueves, 6 de octubre de 2022

Sensaciones, percepción y actividad física.


La forma en la que percibimos las cosas juega un gran papel en nuestra vida, tanto para bien como para mal, es muy común ver niños que prueban una actividad por primera vez y en los primeros minutos no parece gustarles, incluso con una expresión de rechazo hacia ella, pero que sin embargo durante el transcurso de esta se van metiendo mas y mas en el papel que tienen que desempeñar en ese momento.

Es posible que el niño hubiese probado algo parecido y no le hubiese gustado, es posible que ya hubiese probado esa misma actividad y que ese día estaba atravesando por un mal momento y no estaba predispuesto a darle una oportunidad o es posible que al haber probado la actividad el monitor que la impartía no fuese consciente de la forma de impartir la actividad, la exigencia o de las necesidades y contextos de ese niño. 

Tanto como puede influir para mal como en estos casos como para bien, el niño prueba la actividad, le resulta entretenida, hace amigos y se desarrolla en todos los ámbitos, es capaz de percibir mejor estímulos del exterior como de saber como se debe de colocar en determinados momentos y si lo está haciendo bien o no.

Algunas veces factores externos influirán en su capacidad de estas habilidades, es ahí donde las sensaciones se unen a la percepción.
Es posible que este niño tenga una capacidad enorme de visualizar el juego, pero esta puede ser afectada por estímulos externos como puede ser un mal descanso o una mala experiencia en determinado contexto, como podría ser una colisión en el campo de juego, y a raíz de ello una lesión, es posible que por el hecho de creer que se va a volver a lesionar juegue con temor a que esta situación se repita y no dé su máximo rendimiento o incluso se encuentre distraído en sus pensamientos y no sea capaz de concentrarse y exteriorizar sus capacidades exterioceptivas y propioceptivas.

Alejándonos de estos casos en los que la experiencia puede influir en su forma de percibir los estímulos que le llegan y que se desarrollan en su propio cuerpo también es importante recalcar que no todas las personas van a reaccionar de igual manera a un mismo estímulo.
Un ejemplo fácil es el umbral del dolor, ante el mismo estímulo como puede ser un pellizco exactamente igual a dos personas distintas estas probablemente no sentirán el mismo grado de dolor aunque este haya sido el mismo.



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